El tratamiento de los Puntos Gatillo Miofasciales (PGM) en fisioterapia implica una variedad de enfoques destinados a aliviar el dolor, restaurar la función muscular y mejorar la calidad de vida del paciente. Algunas de las técnicas comunes utilizadas por los fisioterapeutas para tratar los PGM incluyen:
Puntos secundarios: son consecuencias de los anteriores, ya que aparecen como una respuesta a la sobrecarga que genera el punto activo.
Desatiendo de actividad física: La desidia de examen y el sedentarismo pueden sufrir a la amor muscular y la aparición de PGM.
Alivio temporal con presión: La aplicación de presión directa sobre un PGM a menudo puede aliviar temporalmente el dolor. Esto se conoce como «respuesta de alivio del punto gatillo» y se utiliza en terapias de exención miofascial.
El lado izquierdo o derecho de la parte superior de la espalda donde el cuello y el hombro se encuentran en el músculo trapecio
En términos médicos, los puntos gatillo son áreas sensibles en los tejidos musculares que pueden causar dolor cuando se presionan. Pero estos puntos no solo se relacionan con el dolor, todavía pueden tener un impacto en nuestro rendimiento deportivo y bienestar Caudillo.
Existen dos tipos de puntos gatillo: activos y latentes. Los puntos gatillo activos son aquellos que causan dolor de guisa constante, mientras que los puntos gatillo latentes causan dolor solo cuando se presionan.
El parche de lidocaína inhibe la transmisión del dolor alrededor de el cerebro, reduce el dolor y aumentan la movilidad teniendo la preeminencia de que su aplicación es tópica.
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Los trigger points se pueden presentar de tres formas, y cada individuo de ellos tiene características diferentes, que ayudan a su identificación. Es por eso que es necesario nombrarlos de forma separada:
Al mismo tiempo, es necesario diferenciar si se alcahuetería de puntos activos o latentes dependiendo de la sintomatología que presente el paciente y de sus posibles causas. De esta modo, se puede separar el mejor tratamiento para cada caso particular.
Se dividen en activos, cuando provocan dolor espontáneo sin pobreza de ser estimulados mediante presión; y latentes, cuando es necesario presionarlos para que aparezca dolor.
Destacando entre sus funciones facilitar el movimiento natural de las estructuras donde se encuentra, proteger a los distintos tejidos, disminuir la fricción y el roce, ser un medio de sostén y finalmente impedir la transmisión de las sustancias que se producen en casos de hematomas y puntos gatillo miofasciales procesos infecciosos.